Y si encontrase una súplica y en la súplica te encontrase a ti,
Entonces atendería a ella como el santo a la devoción de su fiel.
Pero tu boca se ha vuelto muda y como escuchar lo que tus ojos me dicen si tu orgullo es celoso.
Más si el orgullo en ti es el miedo disfrazado, por qué no lo combates con honor como el caballero lo hace en defensa a su Rey, por qué le evades como el niño al regaño de su padre.
Si eso te aparta del deseo, muéstrate valiente, muestra tu amor y entonces tu gallardía solo será la pureza que refleja tu corazón y quién destierre al enemigo de él.
Y por qué he de ser yo la que suplique con voz, si mi orgullo es solo un suplicio callado de la derrota del tuyo.
Qué tus ojos no ven y tu mente no entiende que Venus nunca ruega y sí lo hace es al último.
De qué manera has de querer te vea virtuoso si tus flaquezas alejan mi sentir.
Tonto, orgulloso, cobarde; no has de ser Marte ni holograma de él;
O es esa la verdad, ¿acaso tu espejismo realmente es falsedad? ,
¿O es tan solo la etapa del distraído quién pierde al que pudiera convertirse en su amante?
Y qué puede hacer el Santo si ve la esperanza de su fiel pero no su fe.
Y qué puedo hacer yo para evitar el sufrimiento que te persigue cuando me aparte.
Existen lluvias en sequias, aunque son rarezas como cuando el cobarde se vuelve valiente.